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Desde el mas allá

                                                     Desde el Más Allá


-Mami, ¿tú fuiste a tocar a mi puerta?
-No, hijo, no me he movido de aquí.
-Están penando, alguien tocó a la puerta del baño mientas estaba ahí.
-Hijo, aquí nadie anda penando. Nadie ha fallecido en esta casa y el terreno en donde está construida es un antiguo fundo en donde pastaban vacas y otros animales.
-Te insisto, andan penando y es el de la pezuña partida que quiere meter su cola.


-Mi niño, no confundas una cosa con otra, son muy distintas. Penar, es un alma que busca su camino y a veces le gusta jugar con los de este lado; mientras que el cachudo o Belcebú es la maldad que desde los tiempos inmemoriales ha existido y se encuentra dentro de nosotros, cada uno elige…

Así trate de explicarle al porfiado la diferencia entre una cosa y la otra. También le di la posibilidad de que fuera algún golpe producido desde la casa vecina, intentando que viera los golpes en la puerta del baño desde el punto de vista científico. Se fue a su dormitorio sin creer ni una palabra de lo que dije. Me quedé pensando en mi pobre hijo, tiene un enredo en su cabeza entre Belcebú y los fantasmas.
Mi computador se compone de la pantalla, teclado, CPU, cámara con micrófono incluido, tres parlantes por donde escuchamos al troglodita cuando nos conectamos por skipe. Normalmente tengo el volumen muy bajo. Me agrada así, bajita la música o lo que sea que quiera escuchar.
Al día siguiente del que mi hijo me comentó lo del toqueteo en la puerta, yo estaba solita en casa frente al computador tejiendo y buscando revistas de fieltro para bajar alguna y en el silencio de la casa empecé a escuchar un murmullo. Paré la oreja, la moví de lado a lado para tratar de captar de dónde venía el ruidito. Sonaba como si se tratara de sintonizar un radio de esos antiguos. Descubrí que era desde los parlantes del computador. Lle di volumen, el sonido aparecía y desaparecía, la durabilidad no era más de cinco segundos, luego un silencio y nuevamente el sonido, un niño que gritaba pero se notaba que jugaba, una mujer le hablaba y como el tiempo era tan corto no captaba qué decían, se percibía que estaban lejos del micrófono que transmitía el sonido, también escuchaba vehículos que pasaban, que no concordaban con los que sí pasan por fuera de mi casa. Pensé detenidamente de dónde podría venir este sonido a través de los parlantes del computador

-Ya sé, a mi marido se le quedó prendido el computador conectado al skipe y seguro que está por ahí. -Porque se sentía el ruido de alguien cerca de un computador pero no se sentía el tecleo, sí el roce de su ropa con algo; el niño y la mujer de fondo.

- Aló, viejo, ¿tienes el computador prendido y conectado al skipe?
-Hola, no, vengo entrando a la casa y aún no prendo el computador.
- Y tu teléfono, ¿lo tienes conectado a skipe?
-No, tampoco, ¿por qué?

Le explico lo que sucede en casa, espero unos momentos y pongo el auricular del teléfono en los parlantes para que escuche, crucé los dedos para que sonara el ruidito otra vez y sí, él escuchó también.

-Seguro dejaste alguna página abierta y eso es lo que escuchas.
-No, tengo todo cerrado, sólo estoy bajando una revista y no tiene sonido.
-Entonces es interferencia telefónica, como pasaba en Puerto Mott cuando a través del TV se escuchaban las conversaciones entre los barcos pesqueros que transmitían desde sus radios.
-Bueno, eso debe ser.
No muy convencida me despedí, apagué el computador y me fui a mi pieza hasta que llegara uno de mis hijos. Aparecieron los dos juntos y le conté al mayor lo que pasó. Se colocó un dedo en la sien moviéndolo en forma giratoria. Loca, eso me quiso decir. Insistí en que sí escuché y hasta su padre allá en donde él se encuentra a miles de kilómetros también escuchó, así que loca NO estoy. Empezó a reír y me fui al computador, busqué la pégina en que estaba para bajar nuevamente la revista , mientras ellos cuchicheaban mirando algo en la TV.

Seguí tejiendo frente al computador y otra vez el mismo ruido, llamo a gritos a mi hijo; cuando llegan no escuchan nada y se van molestos a seguir en lo que estaban, por más que les dije que esperaran, que el sonido volvería, se fueron…riéndose.

Volvió el sonido y esta vez los obligue a que prestaran atención subiendo el volumen. Se acercaron, el mayor prestó más atención, mientras que el menor me decía, mientras se reía a carcajadas, que era el alma en pena que se había metido en el computador. Yo, a esas alturas,estaba que reventaba de rabia por la incredulidad de ellos con respecto a que sí había escuchado algo a través del computador.

- Mamá, ¿qué página tienes abierta?
- Ninguna. ¿Por qué?
- ¿Estás segura?
- Sólo bajando una revista de fieltro.
- Muéstrame

Eso hice, pero él empezó a moverla hasta llegar al final de la página y ahí había un video de You-tube, pequeñito, del cual yo no me había percatado. ¡Qué chasco! No podía ser posible que las almas del más allá no llegaran más acá.
Al menos…, no esta vez.

Hilo n°40 mercerizado


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